Julio Iglesias, días de vino, relojes y mujeres
La vida de conquistador del
cantante resurge por testimonios de sus protagonistas. Él calla mientras
intenta prolongar su carrera con tres conciertos en su agenda
Julio Iglesias
siempre ha reconocido su afición a coleccionar vino y conquistar
mujeres. No le han importado las críticas que su confesión provocaba.
Todo lo contrario. Por eso, incluso en una ocasión, llegó a asegurar que
por su alcoba habían pasado más de 3.000 mujeres. Conforme la leyenda
crecía, él la alimentaba. No solo no negaba. Con su media sonrisa dejaba
abierta cualquier posibilidad al romance.
Ahora Julio Iglesias observa en la distancia y en silencio cómo su vida de hace 30 años sale de nuevo a relucir. Todo porque Makoke Giaever, azafata de Mediaset en esa época y ahora exesposa de Kiko Matamoros,
tertuliano del corazón, asegura haber vivido una temporada de esos días
de esplendor junto a él. Esos en los que el avión privado del cantante
se llenaba de chicas dispuestas a acompañar al artista por sus giras
alrededor del mundo, esos días en los que ese mismo avión estaba
disponible para hacerle llegar a cualquier punto de la geografía una
caja de botellas de vino recomendada por su amigo el periodista Feliciano Fidalgo. Testigo de todo aquello fue Alfredo Fraile,
su mánager, su casi hermano antes de que la convivencia se tornara tan
difícil que les separó para siempre. De esos tiempos ha hablado como
testigo de primera fila en su libro de memorias Secretos confesables, que se convertirá en una serie de 13 capítulos en Disney Media Distribution Latin America.
“Se
dijo que Julio y yo manejábamos una agenda donde aparecían los datos de
las 3.000 mujeres que habían pasado por su vida, o al menos por su
cama. (…) Si en aquellos años dejamos correr ese bulo fue porque en
términos de marketing nos venía bien engrandecer la leyenda de Iglesias
como latin lover”, cuenta Fraile en el libro. “Julio siempre tuvo
debilidad por un tipo de mujer. (…) Le volvían loco las mujeres
exóticas, especialmente las latinas y mucho más si estas eran modelos o
azafatas. (…) Se convirtió en rutina que las cenas estuvieran presididas
por tres o cuatro modelos”, ha explicado Fraile. “Era habitual que
Julio invitara a multitud de chicas a pasar unos días en su casa de
Miami. Por allí iban desfilando una tras otra. A veces se juntaban
varias a la vez. (…) Un día podías encontrarte una Miss Argentina en
ropa interior; otro día, a una azafata francesa ligera de ropa, y al día
siguiente, a una modelo belga correteando desnuda junto a la piscina y
agarrada de la mano de una maniquí suiza”.
Esa era la época en la que Julio Iglesias se acababa de separar de Isabel Preysler y de llevarse consigo a Miami a sus tres hijos, Chábeli, Julio José y Enrique, preocupado por su seguridad tras el secuestro por ETA de su padre, el doctor Julio Iglesias Puga.
“A
los hijos no les gustaba que su cuarto fuera usado por las amigas de
papá. Cuando iban su frase habitual era: ‘Que limpien y desinfecten las
habitaciones’. No querían que se repitiera la sorpresa que un día se
llevo Chábeli, quien tropezó con un tanga tirado en un rincón del
dormitorio”, recuerda Fraile. Al final los niños se mudaron a otra casa
en la misma ciudad estadounidense, acompañados de su abuela y una tata.
Los
romances de Julio Iglesias duraban poco. “No hubo 3.000, ni 2.000, ni
1.000, ni 500... Es una exageración”, ha precisado Fraile al recordar
esos tiempos. Él lo sabe bien porque era además el encargado de sellar
el adiós con un reloj Cartier.
“En Puerto Rico teníamos un amigo que era el delegado de Cartier. Un
día Julio me dijo: ‘Dile que me traiga un reloj porque se lo quiero
regalar a esta chica’. Después llegaron otros seis y otros seis más… Los
guardaba en la mesilla de noche”.
Esta
semana Miranda Rijnsburger, la mujer que lleva junto a Julio Iglesias
más de 20 años, con quien se casó hace ocho años y con la que ha tenido
cinco hijos, ha hablado de esa época del cantante a la revista ¡Hola!.
“Yo lo sé casi todo de la vida de Julio y esto no me preocupa para
nada. Yo le conocí en el 90. Pueden hablar todo lo que quieran”, ha
dicho. Ella, entonces modelo, también conoció al cantante en un
aeropuerto y se subió a su avión como muchas otras chicas, pero al final
de la gira se quedó para siempre.
Julio
asegura que no se imagina la vida sin Miranda pero lo cierto es que su
día a día muchas veces transcurre a miles de kilómetros de distancia. El
artista prefiere el sol de Bahamas y ella la vida de Miami o Europa,
pero se visitan con frecuencia. En vacaciones a veces también toman
caminos diferentes. La última Navidad, Miranda y sus hijos estuvieron en
su finca de Ojén (Málaga) pero Julio Iglesias prefirió quedarse en el
Caribe. Ella lo excusó con el argumento de que prepara nuevas
actuaciones. A sus 75 años, Iglesias lucha por seguir en el escenario
porque sin él no entiende la vida. “Cuando era joven pensé que la vida
era para siempre. Que podía pararla”, dijo a EL PAÍS el pasado 2 de
octubre en Dubái durante un concierto. Ahora intenta que el tren no se
detenga. Sus problemas de espalda le impiden seguir el ritmo que le
gustaría. Los días 15, 18 y 21 de febrero se subirá de nuevo a las
tablas en conciertos programados en tres ciudades de Tejas. Es su manera
de intentar que su vida, siga de alguna manera, igual.(El País)
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