La actriz Tara Reid, ‘sex symbol’ de los años 90, causa alborto en avión y es expulsada.



Para la actriz Tara Reid, la comodidad durante sus desplazamientos en avión es un factor prioritario al que no está dispuesta a renunciar. El único problema es que la dinámica de los vuelos no funciona exactamente igual que sus apariciones públicas, en las que puede presentar a los organizadores una lista de ‘requisitos’ que deben cumplirse para contar con su presencia, y los empleados de las aerolíneas no están obligados a satisfacer cada una de sus ‘exigencias’.

En su último trayecto de Los Ángeles a Nueva York este mismo lunes, la intérprete acabó provocando un pequeño tumulto antes de despegar cuando empezó a quejarse en voz alta de que su asiento no era de ventanilla, como ella suele preferir, y de que la persona sentada delante de ella había reclinado el respaldo, por lo que contaba con poco espacio para estirar las piernas y estaba empezando a sufrir calambres. La gota que colmó el vaso en esa situación, muy común por otra parte en cualquier vuelo, fue que no le facilitaran una almohada para descansar como es debido.

En un primer momento el personal de cabina trató de atender a sus quejas y encontrarles una solución, pero eventualmente se hartaron y le pidieron que abandonara el avión junto a su perrito. Un portavoz de la compañía, Delta, aclaró poco después que el resto de pasajeros habían podido despegar solo con un ligero retraso y que la intérprete consiguió un billete para otro vuelo.

Tara Reid no es la primera celebridad que pierde los nervios en la cabina de un avión, que parece ser el equivalente a la kryptonita de las celebridades, aunque en su caso no se trata del primer incidente de esas características al que se enfrenta a lo largo de su carrera. La antaño prometedora actriz, que se convirtió en uno de los rostros más reconocibles de la industria a finales de los 90 y principios del 2000 gracias a su participación en comedias adolescentes como ‘American Pie’, ha reconocido en varias ocasiones que, de poder dar marcha atrás, cambiaría muchas de las decisiones que tomó en su década como veinteañera y moderaría su espíritu fiestero, el mismo que le ha valido una reputación de artista problemática.

Fuente el diario ny

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